EMO y rotación de personal: ¿qué hacer ante cambios de puesto?
Cada vez que un trabajador cambia de puesto o funciones, se debe realizar un nuevo examen médico ocupacional (EMO) que verifique su aptitud para las nuevas tareas. Esta medida no solo es obligatoria, sino también esencial para prevenir riesgos derivados de condiciones laborales distintas.
Cuando se da una rotación, especialmente si implica exposición a agentes físicos, químicos o biológicos distintos, se debe actualizar el protocolo médico según las exigencias del nuevo puesto. No se trata simplemente de un trámite, sino de una evaluación médica que protege al trabajador.
Este EMO debe incluir los exámenes específicos del nuevo perfil ocupacional: audiometría si hay exposición a ruido, espirometría si hay inhalación de vapores, pruebas de esfuerzo si se requiere actividad física, entre otros.
El objetivo es confirmar que el trabajador está en condiciones de asumir la nueva función sin comprometer su salud. En algunos casos, la evaluación puede determinar restricciones o limitaciones que deben ser consideradas por el área de recursos humanos.
Desde la gestión de seguridad y salud, no hacer esta evaluación implica exponer al trabajador a nuevos riesgos sin garantía de aptitud. Esto podría tener consecuencias legales si se produjera un accidente o enfermedad.
La evidencia de la evaluación debe quedar registrada en el legajo del trabajador y formar parte de la vigilancia médica ocupacional. Este control permite monitorear cambios en la salud del trabajador a lo largo del tiempo.
Implementar este procedimiento de manera sistemática no solo garantiza el cumplimiento normativo, sino que fortalece la cultura de seguridad y demuestra un compromiso real con el bienestar del personal.