El IPERC (Identificación de Peligros, Evaluación de Riesgos y Controles) es una herramienta esencial para prevenir accidentes y enfermedades ocupacionales en el entorno laboral. Su correcta aplicación permite identificar los peligros reales de cada tarea, evaluar objetivamente el nivel de riesgo y establecer controles efectivos que protejan la salud y seguridad de los trabajadores.
En el Perú, su implementación no es opcional. La Ley N.º 29783 de Seguridad y Salud en el Trabajo, junto con su reglamento (D.S. N.º 005-2012-TR), establece con claridad que toda organización debe aplicar el IPERC de manera participativa, actualizada y adecuada a sus actividades.
No obstante, en la práctica, muchas empresas caen en errores comunes que restan valor a esta herramienta y, en consecuencia, exponen al personal a riesgos innecesarios. A continuación, revisamos los desaciertos más frecuentes y cómo enfrentarlos desde una perspectiva de mejora continua.
Uno de los problemas más habituales es desarrollar el IPERC sin la participación directa del personal operativo. Cuando el análisis se realiza solo desde la oficina, se corre el riesgo de omitir peligros importantes que solo pueden ser identificados por quienes ejecutan las tareas diariamente. Involucrar a los trabajadores no solo mejora la precisión del diagnóstico, sino que también fortalece el compromiso con las medidas de seguridad. Así lo establece la norma ISO 45001, que promueve la participación activa de los trabajadores como base de todo sistema de gestión.
Otro fallo común es el uso de matrices genéricas, tomadas de modelos preexistentes o de otras organizaciones, sin adaptarlas al entorno real de la empresa. Esta práctica puede conducir a una evaluación inexacta, especialmente si no se consideran las condiciones específicas de cada puesto. La personalización del IPERC, a través de visitas de campo y entrevistas al personal, es imprescindible para reflejar de forma fiel los riesgos existentes. En esa misma línea, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) recomienda que toda evaluación de riesgos esté estrechamente vinculada a la realidad del proceso evaluado.
También es frecuente que las empresas elaboren el IPERC una sola vez y no lo actualicen, aun cuando se produzcan cambios en las actividades o se presenten nuevos riesgos. Esto limita gravemente su utilidad como herramienta preventiva. Es necesario establecer un cronograma de revisión periódica y garantizar que el documento sea revisado cada vez que se introduzcan nuevos equipos, procesos o personal.
Un aspecto que suele ser desatendido es la inclusión de los riesgos psicosociales. La mayoría de matrices IPERC se enfocan exclusivamente en peligros físicos o mecánicos, dejando de lado factores como el estrés laboral, el acoso, la sobrecarga de trabajo o la fatiga mental. Sin embargo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha advertido que estos riesgos están en aumento y representan una amenaza real para la salud de los trabajadores. Incorporarlos en la evaluación es un paso clave hacia una visión integral de la seguridad.
En muchos casos, incluso cuando se identifican correctamente los peligros, no se aplican los controles más eficaces. Se recurre de forma inmediata a los equipos de protección personal (EPP) o a medidas administrativas, sin considerar primero la eliminación o sustitución del riesgo, ni los controles de ingeniería. Esta jerarquía debe respetarse para asegurar un impacto real sobre el nivel de exposición.
Otro punto crítico es la falta de capacitación. Cuando el personal no entiende cuáles son los riesgos asociados a su labor ni qué medidas deben adoptar, el IPERC pierde su función preventiva. La capacitación debe ser constante, adaptada a cada área y evaluada en su efectividad, para asegurar que las medidas se comprendan y se apliquen correctamente en el día a día.
Finalmente, muchas organizaciones fallan en dar seguimiento al IPERC. Si no se monitorea la aplicación de los controles ni se mide su eficacia, no hay forma de saber si el sistema funciona o necesita ajustes. Las auditorías internas, las inspecciones de rutina y las reuniones de evaluación son esenciales para mantener el IPERC como una herramienta dinámica, alineada con la realidad cambiante del trabajo.
En conclusión, el IPERC no debe ser visto como un simple requisito legal o un documento para cumplir con una auditoría. Su verdadero valor radica en su capacidad para proteger vidas, mejorar los procesos operativos y fomentar una cultura preventiva dentro de la organización. Evitar estos errores permite a las empresas construir un sistema de gestión más sólido, actualizado y eficaz, que responda no solo a las exigencias normativas, sino también al compromiso real con la salud y seguridad de su equipo humano.